sábado, 28 de noviembre de 2020

La catarsis como terapia purificadora de sanación emocional

 



Catarsis es una palabra de origen griego que significa purificación. Este término se hizo famoso en el mundillo terapéutico, por la época en que Freud estudiaba el psicoanálisis. En este pequeño artículo no quiero referirme a la relación de la catarsis y el psicoanálisis sino pincelarlo de manera general, más naturalmente, desde una manera más personal e íntima. 

Mi primera experiencia con la terapia de la catarsis fue a finales del año 2019 cuando por primera vez asistí a una charla de información de Alcohólicos Anónimos, estaba desesperado con mi manera impulsiva de beber y busqué ayuda. La primera vez que fui no avisé a nadie de mis familiares, ni a nadie. Entonces surgió la magia. Encontré a personas con las mismas características de beber, de ver la vida y entendí que no estaba solo. Que podían ayudarme. Y en cierta medida lo hicieron, ahora que lo miro con más detenimiento, después de un año de esa experiencia. Encontré a borrachos que contaban historias el doble, triple de desesperantes que la mía, y no sólo eso sino que siempre en cada historia, se percibía una melodía mágica en sus carcajadas, una ironía que sólo los borrachos entendíamos, los enfermos emocionales, los alcohólicos. Aprendí a reírme más de mi mismo, pero ya no tanto de los demás, como lo hacía antes, con un aire de superioridad y aires de grandeza. Es que a veces ese sentimiento de sentirse especial, o alguien superior es lo que te vuelve un adicto crónico, un miedoso, un cobarde. Allí en AA te enseñan la humildad, y a reírte de tus desgracias, a conocer a gente con las mayores desgracias inimaginables y aún así mantienen una sonrisa sincera, con valentía hacia la vida y con una luminosidad y profundidad en sus ojos que sólo el cambio de vida te puede dar. Conocer a la banda de los desgraciados de AA es una de las experiencias más mágicas que me ha pasado. Allí aprendí qué es una catarsis, a sentirla, a vibrarla con todo mi corazón. Ahora, finales de 2020, ya no voy a las juntas, porque sentí que había personas que se volvían adictos a AA, y no quería eso para mi vida. 

A mí me gustaba presenciar las catarsis de los novatos, de los que nunca se habían subido a la tribuna a hacer catarsis, a contar su experiencia con pelos y señales. Los viejos padrinos estaban muy curiosos por ver a su ahijado o al desconocido figurar en la tribuna. Es que no cualquiera tiene el don de la palabra, el don de sentirse seguro contando sus más oscuras historias frente al pelotón de fusilamiento de los desgraciados. Eso se aprende con los años de sobriedad y yo admiraba a los que tenían ese arte. Yo nunca lo tuve, porque no tenía el interés de perfeccionarme en eso, ni quedarme años en AA. Recuerdo que a la tercera junta llegué medio borracho, y convencí, casi con lágrimas en los ojos que me dejaran subir a la tribuna por primera vez. No aceptaron. Insistí. Tampoco. A la tercera accedieron y me dieron diez minutos, porque estaban programadas otras intervenciones. No voy a contar mis penas aquí, porque, ahora ya no me duelen, e incluso me río, porque eran tonterías, ya estoy sanado de esas heridas, pero en ese día, un frío día lluvioso de noviembre, las heridas emocionales me salían de mis entrañas, sentía que me moría, que mis lágrimas y el temblor de mi voz iba a formar un terremoto, un cataclismo, si no hablaba. Y lo hice, y miré y miré y miré las caras angustiadas, preocupadas de muchos e incrédulas de otros. En cada palabra ese temblor de mi voz se hacía más evidente y esas lágrimas comenzaron a brotar, y lloré y lloré y lloré y luego grité y grité y grité y luego maldije y maldije y maldije y luego me saqué la camiseta. Estaba sudando alcohol y pena y rabia. Después de los diez minutos, cuando mi corazón latía a cien, y mi temblor era ya un terremoto, fui a abrazar a un padrino con el que conectaba. Entendí por qué al padrino le dicen así, porque en ese día ese abrazo lo sentí como si fuera mi verdadero padre muerto hace tres años atrás y evoqué la sonrisa de mi padre y lloré y lloré y lloré otra vez. 

Lo mágico es que hasta ese entonces no había llorado por nada, ni por nadie, excepto por dolor físico. Me creía superior y disfrutaba haciendo daño a la gente, humillándola, viéndola sufrir, tenía ese placer deformado que tantos alcohólicos tienen. Desde entonces entendí que llorar es algo purificador y no se te caen los ojos ni pasa nada. La idea de la catarsis es sentir el dolor profundo de la herida, sentirlo con toda intensidad, gritar y ser honesto con tu historia. Eso te sana. Aunque no me crean, la gente que me conoció antes de 2019 se dará cuenta que nunca me vieron llorar por nada ni por nadie ni en las peores circunstancias. Pensaba que era fuerte por no llorar, pero es al contrario, sentir el dolor te hace más fuerte, pero a veces la gente le tiene miedo a sentir el dolor, prefieren sufrir años una herida emocional, pero la catarsis es una buena inversión porque es un dolor más agudo, profundo, liberador y es más rápido. 

Cuando en tu vida te pase una pérdida muy fuerte, o algún trauma muy intenso que quieras sanar te recomiendo que entres en catarsis, que sientas el dolor con toda la fuerza, que grites tu verdad a los cuatro vientos, que escribas, que cantes, que llores, que expulses lo que te duele, porque es un veneno que te puede matar lentamente si no lo liberas.


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jueves, 26 de noviembre de 2020

Sobre la sobreprotección de los padres y sus trágicos efectos


Bienvenidos a uno de los temas más complejos y apasionantes del comportamiento humano. ¿Hasta qué punto los padres deben amar a sus hijos? ¿Es aconsejable resolverle todos los problemas a los hijos? ¿Es esto una ventaja o una limitación?

Como en toda familia disfuncional, tanto el exceso de amor como la ausencia de él, crea patologías, dependencias, trastornos mentales. Ser padre es un arte y se debería preparar a los futuros padres para amar con sabiduría. 

Según el psicólogo Haim Ginott en su libro Entre padres e hijos, 1969,  existen los Padres Helicópteros que están frecuentemente vigilando a sus hijos, inculcando creencias irracionales, religiones, "buenos hábitos", y desde su punto de vista moldeando a su hijo por el camino del bien. Si lo miramos más racionalmente lo que están haciendo es asfixiar el libre pensamiento creativo de un niño, y no desarrollar sus propias habilidades, creencias, libre pensamiento como futuro adulto. Sé que los padres lo hacen con toda la buena intención del mundo, pero también ignoran que lo hacen desde sus propias limitaciones, carencias emocionales e ignorancia. Y eso pasa. Y es normal. El proceso de enseñanza aprendizaje de padres a hijos es una materia que se aprende en el proceso. 

Desde mi perspectiva existen unos seres parecidos a ellos, los Padres Helicópteros, los Padres Hacelotodo, que pueden ser incluso más peligrosos que los primeros, porque ven a los hijos siempre como unos niños, sea la edad que tengan. Son aquellos padres que lo hacen todo por los hijos: lavar, planchar, cocinar, trabajar, resolver problemas por ellos y lo más peligroso es que nunca les enseñan a hacerlo por su propia cuenta, hasta que es demasiado tarde, o el hijo comienza a tener trastornos mentales, deudas, adicciones y se ha convertido en una sombra de sus padres. Ven a los hijos como unos inútiles y les echan la culpa de serlo, sin darse cuenta que los criaron así. Los Padres Helicópteros y Hacelotodo convierten a sus hijos en Adultos Miedosos, Adultos Drogadictos, Adultos Alcohólicos, Adultos con algún trastorno mental. 

Los trastornos mentales más comunes, desde mi poco conocimiento de la enorme lista de locuras de los seres humanos está el alcoholismo y la Fobia Social. Es lógico. Es frecuente que el alcohólico comience a beber compulsivamente en su adolescencia, cuando no tiene responsabilidades de ningún tipo, producto  de padres sobreprotectores que le perdonan todas sus fechorías, borracheras, robos, peleas y le dan su caldito a la mañana siguiente de la borrachera. Por otro lado, en la Fobial Social, según el psicólogo chileno Roberto Neumann sus principales causas, entre otras causas genéticas, están los padres sobreprotectores y los padres poco cariñosos, esto es porque la fobia social es principalmente el miedo a las personas, el miedo a formar vínculos afectivos como la mayoría de personas, y el niño, al vivir en un ambiente de sobreprotección, cuando es un adulto ese miedo de salir del nido materno, paterno, es un obstáculo, además porque su baja autoestima se da por no ser competente en casi nada, porque los padres le resolvieron todos los problemas, entonces la sobreprotección puede causar a la larga, desempleo y suicidio. Desempleo por las pocas habilidades sociales y habilidades en general para ser alguien competente en la sociedad. Suicidio porque la Fobia Social causa una de las mayores depresiones, porque el individuo no puede relacionarse con los demás y genera una autoestima tan miserable que no encuentra otra solución que suicidarse.

El peligro mayor, desde mi poca capacidad de entender el tema, es nunca darse cuenta de que esto es un problema. De aquí surgen los peores trastornos mentales, los más salvajes homicidios, parricidios y las peores deudas familiares. ¿Por qué?, el hijo sobreprotegido, pronto se convertirá en un tirano, ya sea un tirano bueno bobo, o un tirano malvado sabio, que sabe lo que hace y que puede tener tendencia a la psicopatía. El tirano sobreprotegido puede tener ya sea una exagerado apego a sus padres que puede matar, robar, suicidarse con tal de contentar a sus padres, o por el contrario un tirano psicópata no puede sentir pocas, o ninguna emoción hacia los padres y pueden maltratarlos, engañarlos, a su propia conveniencia, y los Padres Helicópteros y Hacelotodo aceptarán, porque su amor es enfermizo y ciego.

Este problema es muy complejo y la familia debe superar el miedo a hablarlo libremente, ya sea en una familia un tanto cuerda, como en las familias disfuncionales y patológicas. El problema es no hablarlo, no tratarlo entre familias o con un especialista en el tema. No debe existir tabúes, secretos a la hora de tratar este tema, se salvarán vidas y mentes maravillosas. Es más sabio enseñar con amor, que ordenar; conocer, fortalecer las alas libres y la mente profunda de nuestros hijos que sobreproteger. En dar cariño, enseñanza y disciplina al mismo tiempo está el arte. Buena Suerte.


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domingo, 22 de noviembre de 2020

Sobre la Abasiofilia, el deseo sexual hacia los discapacitados


 Abasiofilia: formado por las palabras: a(negación) + basio (andar, ir) + philia (amor)

Esta parafilia trata sobre tener deseos sexuales hacia un discapacitado. Suena descabellado y loco, pero según la Revista Interamericana de Psicologia/Interamerican Journal of Psychology (IJP) 2016, Vol., 50, No. 3, pp. 358-370, este trastorno mental y sexual se da en personas que tienen el deseo hacia personas con algún tipo de discapacidad, especialmente quienes utilizan aparatos para las piernas, escayolas, yesos, apoyos vertebrales y sillas de ruedas.


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viernes, 13 de noviembre de 2020

Sobre la depresión por el abandono de la pareja

 


Esta es una de las estupideces más famosas de todos los tiempos, que ha generado muchas obras literarias, canciones, estudios psicológicos, películas: es la famosa depresión por desamor. Cuando nuestra pareja, con motivo, sin motivo, con explicaciones o sin ellas, en presencia, o por mensaje, nos abandona.

Me atrevo a decir que la mayoría hemos pasado por eso, ya sea abandonar como ser abandonados, o presenciar el abandono de algún amigo, conocido, o familiar. Si tienes la suerte de desentrañar los secretos de un psicólogo, te contará que, en efecto, tiene mucha experiencia de casos por abandono. Los psicólogos se reirán porque es cierto. 

Según Rafael Santandreu, el psicólogo más famoso que el desamor en España, dice, que cada vez que un paciente llega con este tema, le realiza la siguiente visualización-pregunta: ¿Qué prefieres, que él/ella, vuelva o ser muy feliz?, obviamente la mayoría de pacientes responden que ser muy felices. Quizá esta pregunta de Santandreu sea un cliché, o una pregunta trampa para muchos y están en todo derecho de pensar así, pero desde mi punto de vista, para comprenderla se debe leer su obra, y te darás cuenta que tiene fuertes bases en la psicología cognitiva y que te invita a realizar un trabajo del cambio del chip de tu mente.

La depresión por el abandono de la pareja es muy compleja, y, para comprender esta estupidez se debe estudiar el tema. Se pueden escribir libros sobre eso, pero aquí quiero dar unas pinceladas de esta estupidez, la culpable de esta falacia del pensamiento está en diversos factores. Uno, la sociedad monógama en la que no es aceptado tener más de una pareja al mismo tiempo. Dos, la ficción de necesitar una pareja para ser feliz, o estar tranquilos. Tres, la sobrevaloración del amor sentimental en las canciones, películas, telenovelas y arte popular; en realidad debemos de construirnos una definición más precisa y racional del amor, recomiendo leer Estudios sobre el amor, de Ortega y Gasset para comenzar. Cuatro, la poca capacidad de amar, yo admito que tengo una mediocre capacidad de amar como la mayoría, y amar es un arte muy complejo, para entender eso te recomiendo leer El arte de amar de Erich Fromm. Cinco, la sobrevaloración del enamoramiento, que es la enfermedad del amor. Es la última etapa donde se pueden crear las más bellas obras de arte, pero también cometer locuras y asesinatos en nombre del "amor". Si analizamos bien, el amor no duele, sino que lo que duele es el apego, nos duele lo que nunca ocurrió y lo que ya cesará de ocurrir, nos duele lo que nunca hicimos con esa persona. Para entender esto de una forma lírica y sorprendente en una historia, te recomiendo la novela Los enamoramientos de Javier Marías. He subrayado una frase de la novela que resume este último aspecto:

"La gente empieza viendo una cosa y acaba viendo la contraria. Empieza amando y acaba odiando, o sintiendo indiferencia y después adorando. Nunca logramos estar seguros de qué va a sernos vital ni de a quién vamos a dar importancia. Nuestras convicciones son pasajeras y endebles, hasta las que consideramos más fuertes. También nuestros sentimientos".


Creo que esos son los cinco pilares fundamentales para entender por qué la pasamos terrible cuando nuestra pareja nos abandona, y que al contrario de lo que se piensa, nos falta mucho por aprender como especie, nos falta mucho por sufrir todavía en este tema para tener una visión más amplia y racional, y por racional no me refiero a una visión sesgada, sino una visión más realista y creativa del amor. 

Mientras tanto, podemos seguir enamorándonos, haciendo tonterías, asesinando en nombre del "amor", porque somos muy estúpidos todavía. Pero recuerden que el amor no duele, sino que son otros factores, que, incluso hoy, no se han estudiado a profundidad.



miércoles, 11 de noviembre de 2020

Sobre no ablar con desconocidos en los autobuses

 


Siempre me he preguntado por qué no hablamos con desconocidos como si fuera normal, por qué tenemos ese miedo social atrasado. Debe ser porque nuestra aparente racionalidad no nos permite concebir a la sociedad como una familia. Estamos separados por familias tradicionales, nacionalidades, idiosincrasias, clases sociales, y ahora, sobre todo, tenemos a nuestro mejor amigo mientras viajamos en los autobuses, a nuestro amigo el celular, o recordamos lo que pasó, lo que pasará, o simplemente nos da asco el pasajero que está a nuestro costado.

Muy a menudo cuando hablamos en los autobuses con desconocidos, no hablamos, sino ablamos. Así sin hache, porque la hache es muda y no habla. Nuestra percepción de la realidad está tan fragmentada que no nos damos cuenta de lo que está pasando a nuestro costado, si la persona está leyendo, sufriendo, soñando, o enferma. Nuestra percepción de ver la realidad está en "nuestros amigos", "nuestra familia", "nuestro trabajo", y nuestras necesidades sociales ya están cubiertas en Facebook, en Twitter, en Instagram, en Badoo, en You Tube y Tinder. Sin duda, somos seres muy estúpidos para tener una percepción amplia de las cosas, incluyendo la idea estúpida de por qué la gente no habla con desconocidos en los autobuses. Lo acepto. Vivimos en la sociedad del cansancio, de los horarios, de los estereotipos y no tenemos tiempo para pensar tonterías como estas.

Es verdad, tanto los que pensamos en esta inquietud, como los que no piensan en eso somos idiotas. Sin embargo, existen estudios psicológicos, que demuestran que hablar con la persona desconocida que tenemos al lado, es una aventura imprevista, fabulosa, excitante, terrible, que puede llevarnos a una aventura de todo tipo. La psicóloga Alicia Gutiérrez afirma en el artículo Hablar con el de al lado en un viaje: ¿sí o no? :

“Las relaciones sociales con desconocidos son un constante examen : no sabemos a quién tenemos delante, no sabemos si es una persona con la que encajamos, tenemos que forzarnos a pensar temas de conversación y chequear si ese tema funciona o no, y si varios de ellos no funcionan o se agotan, tenemos que enfrentarnos al silencio tenso de no saber qué más decir",

Debo admitir que este tema es tan complejo que por todo lado es estúpido. Tanto hablar de esto, como no hablarlo, porque no se sabe qué loco, o qué flor silvestre nos acompañe. De todos modos, es una forma de experimento, que puede salir mal o bien, es normal, así es la vida y depende de la suerte y de qué humor amaneció el universo ese día para ti. Hablando con el que tienes al lado puede terminar en indiferencia, violencia, insultos y también en una buena amistad o algo más. Nadie sabe y eso es lo excitante y divertido y es una buena alternativa para salir de la monotonía de esta sociedad enferma y estúpida en la que vivimos.


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martes, 10 de noviembre de 2020

Sobre aplaudir


 

¿Te has sentido estúpido aplaudiendo?, ¿te has sentido el centro de atención por no aplaudir?, pues desde el punto de vista de la lógica, no tiene ningún sentido aplaudir casi a nadie, por nada, ni por ningún motivo. Según la teoría de Theodor Sturgeon, el 90 % de lo que hacemos es basura, mierda y estupideces. Estupideces como la que hacía él, escribir ciencia ficción. También incluye ver películas, ir al teatro, escuchar música, enamorarnos y una larga lista que excitaría nuestras neuronas y nos daría ganas de realizar otra tarea inútil como la de enumerar las estupideces que hacemos, esto incluye la tontería de aplaudir.

En la antigüedad los romanos eran más creativos en este arte, aplaudían con los dedos y con la mano hueca o plana según el grado de aprobación. Lo más alucinante de aplaudir es que puede tener su lado filosófico, en el Budismo Zen, se preguntaban por ejemplo ¿Qué sonido hace una sola mano al aplaudir?,  quien resolvía ese tipo de acertijos podía llegar a la iluminación. 

Es maravilloso porque el Budismo Zen, nos enseña a desbaratar nuestra pensamiento aparentemente lógico-racional. Yo sostengo que no desbarata eso, sino un poquito de nuestra estupidez, porque pensamos de una manera diferente. Pruébalo. En una conferencia llena de gente, discurso, cuando sea el momento de aplaudir, hazlo con una sola mano y mira las caras desencajadas de la gente. Hazlo con fuerza para que escuches el sonido casi imperceptible. Incluso puedes inventar nuevas formas de aplaudir, con diferente intensidad, ritmo y duración. También puedes no aplaudir, o realizar algo totalmente diferente el momento en que se supone que debes aplaudir. 

Entonces surgirá la magia y el arte de aplaudir y el de no hacerlo.


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Sobre el "amor a los animales"

 


En la creencia común y superficial se cree que el amor a los animales se expresa mediante cariño, amor, besos a los perros y gatos que tienes en tu casa. Sin embargo, si miras con detenimiento, ese amor está dividido y no es coherente. Es un amor de marketing, de propaganda, para ocultar el verdadero sufrimiento, atropellos, violaciones de los animales en el uso de los productos alimenticios en los miles de campos de concentración, donde matan, acuchillan, destrozan a millones de animales sin piedad.

El animal humano es peor que el animal animal. Somos muy estúpidos porque no consideramos al animal como un ser sintiente, que siente frío, angustia, enfermedades, dolor. El escritor colombiano Fernando Vallejo lo explica en su artículo Mi otro prójimo en la revista Soho:

"Compárese usted con un perro y verá: usted y él tienen dos ojos, dos oídos, una nariz con dos orificios nasales, boca u hocico con dos hileras de dientes, un sistema circulatorio con venas y arterias y sangre roja con hemoglobina, pulmones para respirar, un sistema digestivo que procesa los alimentos y los excreta, etc., etc. Y sobre todo, que es lo que cuenta para la tesis que voy a sostener aquí, un sistema nervioso con el que usted y el perro sienten el dolor, el hambre, la sed, la angustia, la alegría, el miedo... Un sistema nervioso, que es el que produce el alma"

Sin embargo, no nos importa. Nos gusta comer carne y cerrar los ojos. La idiotez no es comer carne, ni tampoco matar a los animales para comer, sino hablar del "amor a los animales", generalizando. En realidad somos estúpidos, violentos y atrasados frente al tema.  Por eso, es más acertado hablar del amor a cierto tipo de animales, como los perros o gatos, que abanderar idioteces como el animalismo. Hablar del "amor a los animales" es una sonora y enorme estupidez, una fantasía de la cual no estamos preparados para experimentar.


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La catarsis como terapia purificadora de sanación emocional

  Catarsis es una palabra de origen griego que significa purificación. Este término se hizo famoso en el mundillo terapéutico, por la época ...